Aquello que nos define como seres humanos es nuestra capacidad para APRENDER.
Aprender a niveles inalcanzables para cualquier otro ser vivo. La cuestión es por qué no todos aprendemos a la misma velocidad, por qué no aprendemos lo mismo, por qué no llegamos al nivel de competencias que a veces deseamos?
Quizás la respuesta sea más fácil de lo que pensamos, aceptando que cada UNO DE NOSOTROS, VENIMOS AL MUNDO CON UNA CENTRAL HIDRAÚLICA ÚNICA E IRREPETIBLE.
Imaginad que nuestro cerebro encefálico (ése encima del cuello para que no se caiga por el peso…), nuestro cerebro corazón y nuestro cerebro intestinal vienen dotados de una carga acuática específica que nos define (con un color, vida, velocidad de corriente únicos…).
Que además, dentro de esa zona que se encuentra antes del dique, tenemos acumulado aquello que no sólo nos pertenece únicamente a nosotros, sino también a muchísimas generaciones atrás y
quién sabe, para aquellos que lo crean, reencarnaciones pasadas también.
Todo ese material energético, genético, mental, emocional y cognitivo viene cargado de un lodazal que impide discurrir el agua correctamente. Miedos y más miedos que no nos dejan avanzar tal y como nos gustaría. Que restan en consciencia y en empatía o bien nos frenan a pesar del empeño e intención.
Cada uno de nosotros somos responsables de educarnos y educar a nuestros hijos en la consciencia de uno mismo así como del otro.
Pues dejar discurrir el lodo del miedo implica tener aguas que disminuyen potenciales sinápticos. Sal de tu zona de confort, y busca encontrar la velocidad y caudal perfectos que deberían discurrir por tu dique sin debordarte; busca cerrar brechas que provoquen escapes, busca hacer de ti la mayor central hidraúlica imaginada.
TODO ELLO PARA ENCONTRAR EL EQUILIBRIO PERFECTAMENTE HUMANO QUE NOS PERMITA VIVIR EN PAZ, ARMONIA Y AMOR
Foto de chih-mlng-huang